La espera
“En tu mano están mis tiempos”. Salmo 31:15
Es fácil
confiar cuando las cosas llegan en el tiempo que las esperas, en el tiempo que consideras prudente, y eso que anhelas se da en el momento que estas por renunciar.
El problema nace cuando eso que tanto deseas
que se concrete, esa respuesta que
necesitas para poder continuar, lo que consideras que sería el motor que te
impulse a seguir confiando, seguir creyendo, no llega.
Como mamá puedo entender por qué muchas veces
Dios dice: “ahora no”, “todavía tenes que crecer “, “ahora no necesitas aquello,
necesitas esto que te estoy dando”…
A Mati le cuesta mucho sentarse para comer, el
siempre está ocupado, a full. Tiene tantas cosas por descubrir, por aprender,
tiene tantas ganas de jugar, que nunca tiene tiempo para sentarse, hay que
amenazarlo para que se siente, y hacer piruetas para que coma, el tiene que
aprender que ese es el tiempo de estar en la mesa y
alimentarse para poder tener energías para lo que se viene.
Y cuando comprende eso, come con entusiasmo, conversa conmigo, hace de ese tiempo un tiempo especial, no lo considera una posta
para poder seguir haciendo lo que quiere.
Pero eso sucede solo cuando capta que el
tiempo en la mesa, alimentándose, es lo que le va a permitir crecer, que el
tiempo en el que charla con mama, que se ríe con ella, el tiempo en que nos
miramos cara a cara y él me pregunta y yo le contesto, solo él y yo, es cuando
puede comprender porque todavía no es el
tiempo de que llegue aquello. Ahí comprende, en la mesa, cuando somos el
y yo…y amo ese momento en que me disfruta.
Porque me presta atención, entiende que para
algunas cosas todavía hay que crecer, ahí se da cuenta que si quiere caramelos,
primero hay que comer la comida que mama
preparo especialmente para él, porque tiene todos los ingredientes que el
necesita para hacerse grande, para ser como papá y hacer todo eso que ahora no puede.
Y él me
dice: -pero ya soy grande mamá! Y lo mira a Adrián, su papá y se da cuenta que todavía
falta un tiempo para ser como él.
Hoy le compre una tacita y un platito nuevo, y
desde la mañana temprano que me está pidiendo que le prepare el almuerzo,. El descubrió
una manera nueva de sentarse a la mesa, preparó su mantelito y no ve la hora de utilizar esos utensilios que le
regalé.
Descubrir los utensilios, los dones, los
talentos que Dios te dio es una herramienta para acercarnos con naturalidad y facilmente
a Su presencia.
TIEMPO
DE ESPERA…PUEDE SER UNA TORTURA O EL TIEMPO MÁS ESPECIAL. PODES LLORAR Y
BANCARTE ESE TIEMPO COMO UN NIÑO CAPRICHOSO, O PODES APROVECHAR LO PARA HACER
LO QUE NO PODRÍAS EN OTRO MOMENTO, PARA
INTROSPECCIÓN, PARA PASAR TIEMPO
CON TU PADRE Y DELEITARTE EN SU MESA.
A veces me muero de ganas por comprarle ese juguete que tanto me pide, pero
tiene que crecer, tiene que aprender que no todo en la vida es en el momento
que el desea, porque si no lo aprende va a sufrir mucho. Y a veces no se lo voy a comprar, el tiene
que aprender a ser feliz con lo que tiene, con lo que sí está preparado para manejar, con
lo que se no va a romper y se pueda lastimar, porque hay cosas que son muy
valiosas que no está preparado para
tener en sus manos, porque no comprende su valor.
Tiempo de espera… podes angustiarte por lo que no tenes, por lo que crees que te
falta, o podes disfrutar de lo que está en tus manos, de lo que Papá ya te dió,
hasta de descubrir tesoros escondidos.
PODES
HACER QUE SE CONVIERTA EN UN INTERMINABLE STANDBY. O RECORRER ATENTO
A TODO LO QUE TE OFRECE EL CAMINO HACIA EL CUMPLIMIENTO DE LA PROMESA.
Con amor,
Anabella
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